Mientras las malas noticias son cosa de todos los días, en el centro de Tirrases de Curridabat, decenas de indigentes encuentran un hogar. Esta obra ya ha cumplido 18 años de abrir sus puertas los 365 días, con el propósito de atender al adulto mayor que ha caído en la indigencia, y en donde la edad mínima para habitar en dicho centro es de 65 años.
El Albergue de Rehabilitación Alcohólico del Adulto Mayor, todos los días es la casa de 50 indigentes, gracias al Consejo Nacional de la Persona Adulta Mayor (CONAPAM) y la Junta de Protección Social (JPS), además de recibir donaciones como del Supermercado Cristal en Curridabat, de la cadena de supermercados Walmart y del Colegio Federado de Ingenieros y de Arquitectos.
Además, el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS) solía brindar ayuda, sin embargo, para el 2007, éste les dejó de ayudar, por la razón de que ya se estaba recibiendo apoyo del CONAPAM y de la JPS, esto según palabras de Gerardo Zeledón Romero, administrador del albergue.
Según Zeledón, aproximadamente se recibe 120 millones anuales en financiamiento.
Centro da atención gratuita
El Centro de Rehabilitación de Tirrases, no le cobra nada al indigente, porque su administrador, dice que es imposible. El único requisito para entrar es “simplemente querer recuperarse, y cambiar su vida.”
Según la publicación del periódico La Nación, en el 2009, San José tuvo 1500 indigentes, pero en cinco años, la cantidad creció un 57 por ciento. Por eso, ahora la capital tiene aproximadamente tres mil personas en la calle.
18 años de abrir las puertas del centro de Rehabilitación, han bastado para recibir a un aproximado de 400 personas, reincorporadas a la sociedad, y se estima que un 85% se ha rehabilitado gracias a este programa, los cuales han dormido, comido y recibido capacitación en el área espiritual, con el fin de mejorar su calidad de vida.
La disposición, la decisión y la valoración son los tres factores que Zeledón considera son los más importantes para que una persona se rehabilite.
Testimonio de ex indigente
Hoy la vida de personas como Jorge Muñoz y Hugo Gómez cambió radicalmente. Pasaron de vivir en las calles y haber perdido todo, a recuperar sus vidas y a sus familias.

“Pedí plata todos los días, tenía que encontrar 100 colones para poder quedarme en el cuarto para indigentes de San José, y si no los conseguía, tocaba dormir en la calle y aguantar frio.”
Así relata Muñoz sus 20 años de vida en las calles de San José, quien agrega que gracias al Centro de Rehabilitación Alcohólico del Adulto Mayor, logró salir adelante.
“Cuando uno quiere, hay que poner un poquito de obediencia y de voluntad” relató Muñoz, quien comenta que después de 20 años de haber estado en la calle, ahora se siente nuevo.
Muñoz relató que, un día, al salir a buscar los cien colones, se encontró de camino a un “gran amigo” quien se apellida Suarez, y éste le comentó que llevaba cinco años en el Centro de Rehabilitación, y que le sirvió para salir adelante, así que se lo recomendó, e inmediatamente Muñoz se fue con su amigo para el Centro.
Y eso le bastó para que su existencia diera un giro grandísimo en su vida, nueve meses en el Centro fueron lo suficiente para dejar de tomar. “Estaba cansado de pedir plata para mis tragos, el proceso en la calle, es completamente en abandono, no se tiene a nadie."
Albergue trata muy bien a sus visitantes
Muñoz comenta que en el albergue lo tratan muy bien, así que, como él mismo dice, “a uno no se le hace tan duro de esa forma” y además comenta que influye los principios espirituales.
“Un sábado, después de reunión, lloraba porque nadie venía a verme, y era porque no sabían que estaba aquí, yo le pedí a Dios que se dieran cuenta, ese mismo sábado me llamó un hijo, que un amigo mío le dijo que estaba aquí, y al día siguiente vino a verme.” (Lágrimas en sus ojos).
Muñoz relató que en la calle se vive de todo, “se ve la miseria humana” y que, “uno solo desea que le echen una mano.”
Él, ahora, dice sentirse muy contento, lo motiva el avance que ha logrado, y comenta que, al ver a otros indigentes en la calle, desearía ayudarlos a todos, pero agregó que no tiene cómo.
El ex indigente comentó sentirse muy agradecido con el Centro de Rehabilitación, porque gracias a ello, pudo recuperar a su familia, a su hogar.
Él, además explicó, que desde que está en este Centro, no ha tomado, ni que volvería a tomar, porque como él mismo dijo “de estar hablando y oyendo de todo lo que se sufre en la calle, hace que uno no quiera volver a tomar.”